Las verdades tras lo absurdo
Soñé con cierta chica de todos los veranos en la misma playa, escenario del torturador platonismo. Estábamos en la orilla cuando emergieron dos delfines aleteando y llamándonos. Con una mano nos aferramos a sus aletas dorsales y con la otra, a la mano del otro. Nos sumergieron por las más hermosas profundidades del océano sin ahogarnos. Tras despertarme, presentí una revelación cuyas únicas pistas eran aquella chica, el mar y los delfines, las tres cosas que más me gustaban, enigmas despejados un día por un amigo campechano: «Hombre, los sueños no se ENTIENDEN, se SINTONIZAN». Aprendí así que aun los sueños más absurdos traslucen verdades: lo que más anhelamos o tememos... Tenía que ser el próximo verano...